Editorial Ciudadela. 222 páginas. De 16 años en adelante. Joaquín Aguirre es un niño de siete años en el primero de la guerra civil Española. El penúltimo de seis hermanos que forman, con sus padres y Lucía, la "criada" (así se decía entonces), una familia de clase media española. Se puede decir que es una familia tradicional, con fuertes convicciones religiosas y un padre muy trabajador que se ha hecho de la nada (desde aprendiz de altos hornos de Bilbao a tener su propia empresilla) sufriendo algunos reveses económicos por excesivamente confiado.
Les pilla la guerra civil en el Madrid republicano. Toda la narración la va haciendo el pequeño Joaquín que ve como el ambiente se va haciendo cada vez más raro. Los mayores, no hay quien les entienda, hablan de derechas e izquierdas, unos cantan "La Internacional" y, otros, el "Cara al sol" y según cantes una u otra cosa te pegan unos u otros.
Como cualquier niño pequeño Joaquín es muy preguntón, y eso, en ocasiones, pone a la famlia en graves aprietos.
Nos narra como le cierran el Colegio y eso los mismos alumnos, "de gratis", del colegio: ¡menuda forma de agradecerle a los "curas" que les daban enseñanza gratuita!, pues nada, que les prenden fuego al edificio y cuando salen huyendo se dedican a hacer concurso de tiro como si fuera la caseta de una feria.
Y las aceras, de un día para otro cambian de dueño. Ya no puedes pasearte sin que te llamen "señorito" y eso sólo al principio porque después de unos meses si no eran los obuses de la aviación de los nacionales eran los chicos de la FAI o del Comité de no-sé-qué los que se creen con el derecho de acabar con tu vida, como aquél señor que mataron a golpes delante de casa porque "se atrevió" a provocar al personal luciendo una corbata de "señorito". Como lo oyes, lo molieron a palos por llevar corbata
Y luego las colas, las interminables colas para todo. Menos mal que eran seis hermanos y podían hacer cola en varios sitios a la vez... Pero eso, también sólo al principio, porque luego te podían acusar de "acaparador" y llevarte a una "Checa".
¡Y para oír la Radio! Menuda movida que había que hacer para ir a casa de los vecinos a escuchar los "partes". Nosotros teníamos orden de quedarnos en el pasillo con los hijos de "Los Refugiados" (que era una señora con varios chicos que los del "Comité" habían "colocado" en la casa del vecino) y hacer mucho ruido para que las escuchas, que estaban prohibidas, no fueran oídas por el vecindario, sobre todo por Paco, el portero. Paco, que siempre había sido portero de la casa, ahora mandaba mucho. Era el Jefe del "Comité" del barrio y su hijo Mariano, que casi no había estudiado, ahora era el jefe de la calle y todos le hacían caso porque mandaba mucho y le habían nombrado Jefe.
En fin, una historia entretenida, sin muchos sobresaltos. Si no hubiese sido escrito el mismo año, quizás incluso antes, del "Niño del Pijama de Rayas" diría que había cogido de ese libro la idea. La verdad es que a mí me ha gustado más este. Aunque el autor dice que no pretende hacer política se ve, claramente, sus preferencias por el bando nacional. Pero, pienso, que, sobre todo, lo que quiere dejar claro es lo absurdo de las guerras y más una como esta que es entre los ciudadanos de un mismo país.
Se me olvidaba decir que el protagonista de la novela, el pequeño Joaquín de siete años (10 al terminar la guerra) no es otro que el propio autor del libro.