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viernes, 5 de mayo de 2023

Más allá del bosque (Nadine Robert, texto y , Gérard Dubois, ilustraciones)

Editorial Adriana Hidalgo (Pípala Ediciones). Edición del año 2022. 72 páginas. Recomendado para lectores de 8 años en adelante.

 Un conejo protagonista de este álbum ilustrado decide descubrir a toda costa qué se esconde más allá de un oscuro bosque donde nadie se atreve a entrar porque piensan que está habitado por lobos e incluso ogros terribles que unos tejones de grandes proporciones no dejan ver más allá de sus límites.

Por este motivo, un conejo decide dejar de lado el trabajo de la granja para construir una alta torre que le permita ver lo que los tejones esconden. Muy pronto, Arturo, su joven hijo, decide ayudarlo en la construcción de una alta torre. Pero para ello necesitan piedras y sus vecinos se las proporcionan a cambio de un delicioso pan que papá conejo cuece cada noche. Este gesto está más encaminado a cooperar en hacer realidad el sueño de un miembro de su misma comunidad que en el interés de probar el sabroso pan. Sin embargo, cuando su empresa llega a su fin el descubrimiento no parece satisfacer sus expectativas, una prueba más que es más enriquecedor el camino, el viaje que la meta.

El texto es muy breve y de tono descriptivo por eso las deliciosas ilustraciones que las acompañan cobran tanto sentido. Además, estas ocupan casi la totalidad de la página y permiten al lector recrearse en los hermosos escenarios donde reina la naturaleza y también muestran con todo detalle la evolución no solamente de la torre si no de la colaboración de todos los vecinos. Todos los aldeanos respetan al padre de Arturo y aunque no comparten su deseo no dudan en ayudarle porque forman parte de una comunidad y todo acto de valor merece el apoyo de todos.

Un álbum ilustrado lleno de valores y que fomenta el amor entre padre e hijo y la cooperación de una comunidad a cambio de nada.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Félicette. Gata espacial (Marisa López Soria, texto y Miguel Cerro, ilustraciones)

 

 Editorial Abresueños: Málaga, 2022. 28 páginas. De 7 años en adelante.

Mamá gata lame muuuuchas veces a su inquieta hija, sana y salva, recuperada por fin, y escucha pacientemente, y sin creer ni una sola palabra, toda la historia de cómo Gatica ahora se llama Félicette, heroína espacial por accidente.

La llegada del primer hombre a la luna conmocionó a gran parte de la sociedad ansiosa por los avances tecnológicos y que tenía plena confianza por todo los secretos que albergaba el universo. Sin embargo, lo que muy pocos saben es que el primer ser que subió a la luna fue una perrita llamada Laika por intermediación rusa allá por el año 1957. 

Años más tarde, exactamente en 1963, Francia decidió enviar a una gatita de color blanco y negro que llamaron Félicette. Antes, los americanos probaron con varios chimpancés.

Tanto la perrita como la gata y los chimpancés tienen en común que otros decidieran por ellos subirlos en una nave espacial de reducidas dimensiones a explorar el espacio a partir de una serie de tecnología capaces de registrar hasta el último detalle. 

Y volviendo a Laika y Félicitte, ambas se encontraban perdidas en las calles (la primera en Moscú y la segunda por París) aunque la principal diferencia es que Félicette sobrevivió al viaje y la nave de Laika se quedó sin aire y por este motivo nunca volvió y tanto su cuerpo como la pequeña nave se quedaron gravitando en el espacio. Los dos animales llegaron a ser muy famosos en su tiempo y la imagen de la gata Félicette, que era blanca y negra apareció en los sellos de correos y el cohete donde viajó Félicette se llamaba Véronique. 

En este álbum ilustrado con preciosas imágenes de Miguel Cerro a todo color que reflejan muy bien los escenarios que protagoniza la gatita, se ficciona sobre su vida. Según leemos, la gatita tenía un hogar y un nombre distinto pero sabía que su amiguito Félix tenía una misión que cumplir y fue en su busca. Quiso la casualidad que los que había escogido a Félix para ir a la luna decidieran que fuera ella en su lugar. Le cambiaron el nombre y al volver Félicette, en realidad Gatica, no pudo contar a su amigo humano donde había estado.

En la historia podemos conocer que Gatica-Félicette, era un animal muy querido por su amigo humano a quien le gustaba la musica. Por eso, la editorial proporciona un código QR para que podamos escuchar el sonido del banyo que solía acompañar los momentos de descanso de la gatita que echó de menos mientras estuvo tan cerca de las estrellas y los planetas.

Un homenaje a todos los animalitos que ayudaron a la ciencia a dar grandes avances y que merecen ser recordados. Algunos de estos héroes tienen estatuas y otros monumentos conmemorativos muchas veces gracias a donaciones particulares de admiradores, como es el caso de Félicette.


Estatua de bronce en París de Félicette