Editorial Maeva. Publicado en 2011. 296 páginas. A partir de los 15 años de edad.
En 1941 Lina tiene 15 años y vive en Kaunas, Lituania, con sus padres y su hermanito Jonás y lo que más le gusta en el mundo es pintar.
Todo parece apuntar que ese verano será como otro cualquiera con la esperanza de realizar un curso de arte, pero un acontecimiento terrible lo cambiará todo.
La policía secreta soviética irrumpe de repente en su casa por la noche y se llevan a toda la familia y los conducen a unos trenes donde los separan. Su padre por un lado, y ella junto con su madre y Jonás en otro. En el vagón que les lleva hasta la fría Siberia hay personas tan angustiadas como ellos. Una chica que acaba de dar a luz sube con el camisón sucio de sangre y su hija recién nacida, ancianos, jóvenes, parejas y un sinfín de personas que hasta no hace mucho llevaban una vida normal.
En cuanto llegan a Siberia empiezan a trabajar en campos de trabajo sin apenas comida y soportando temperaturas con muchos grados por debajo de cero.
Por la noche tienen que compartir barracones con otras personas, además de sus compañeros de tren y en la convivencia se ponen a prueba. Bajo estas condiciones tan extremas surgen valores positivos como la solidaridad, la entereza, la esperanza y la ayuda mutua, pero también el egoísmo, el odio y la negación.
El hermano de Lina tiene problemas de salud debido a que necesita una alimentación más cuidada porque está creciendo, pero con la ayuda de su familia resiste. Otras personas, en cambio, no sobreviven. Lina posee un cuaderno de dibujo donde elabora bellos dibujos con el único lápiz que ha conseguido guardar y que es de color gris. Estos dibujos son también una forma de narrar todo lo que sucede y la esperanza de hacérselos llegar a su padre algún día para que sepa que están bien y vaya a buscarlos. Otra baza a su favor que le infunde ánimos y deseos de sobrevivir pese a todo es Andrius, otro chico al que no consigue conocer a fondo pero que llega a ser muy importante para ella.
El desenlace es bastante triste pero el tono muy adecuado y por eso recomendado para adolescentes y jóvenes. Aunque se trata de una historia ficticia, la autora realizó un profundo y cuidado trabajo de investigación entrevistando a supervivientes y documentándose para ello.
Aunque existen muchos libros que nos relatan las consecuencias del nacionalsocialismo y el holocausto judío en los campos de concentración, la historia de los países bálticos es poco conocida. Tras la invasión de Stalin en los años 40 llegaron a desaparecer una tercera parte de la población, un genocidio del que muchos no han oído ni hablar.
Todo parece apuntar que ese verano será como otro cualquiera con la esperanza de realizar un curso de arte, pero un acontecimiento terrible lo cambiará todo.
La policía secreta soviética irrumpe de repente en su casa por la noche y se llevan a toda la familia y los conducen a unos trenes donde los separan. Su padre por un lado, y ella junto con su madre y Jonás en otro. En el vagón que les lleva hasta la fría Siberia hay personas tan angustiadas como ellos. Una chica que acaba de dar a luz sube con el camisón sucio de sangre y su hija recién nacida, ancianos, jóvenes, parejas y un sinfín de personas que hasta no hace mucho llevaban una vida normal.
En cuanto llegan a Siberia empiezan a trabajar en campos de trabajo sin apenas comida y soportando temperaturas con muchos grados por debajo de cero.
Por la noche tienen que compartir barracones con otras personas, además de sus compañeros de tren y en la convivencia se ponen a prueba. Bajo estas condiciones tan extremas surgen valores positivos como la solidaridad, la entereza, la esperanza y la ayuda mutua, pero también el egoísmo, el odio y la negación.
El hermano de Lina tiene problemas de salud debido a que necesita una alimentación más cuidada porque está creciendo, pero con la ayuda de su familia resiste. Otras personas, en cambio, no sobreviven. Lina posee un cuaderno de dibujo donde elabora bellos dibujos con el único lápiz que ha conseguido guardar y que es de color gris. Estos dibujos son también una forma de narrar todo lo que sucede y la esperanza de hacérselos llegar a su padre algún día para que sepa que están bien y vaya a buscarlos. Otra baza a su favor que le infunde ánimos y deseos de sobrevivir pese a todo es Andrius, otro chico al que no consigue conocer a fondo pero que llega a ser muy importante para ella.
El desenlace es bastante triste pero el tono muy adecuado y por eso recomendado para adolescentes y jóvenes. Aunque se trata de una historia ficticia, la autora realizó un profundo y cuidado trabajo de investigación entrevistando a supervivientes y documentándose para ello.
Aunque existen muchos libros que nos relatan las consecuencias del nacionalsocialismo y el holocausto judío en los campos de concentración, la historia de los países bálticos es poco conocida. Tras la invasión de Stalin en los años 40 llegaron a desaparecer una tercera parte de la población, un genocidio del que muchos no han oído ni hablar.
Ruta Sepetys es una escritora americana nacida en Detroit y de ascendencia lituana que suele escribir libros históricos de ficción. Cuando finalizó sus estudios montó su propia productora de música en Los Ángeles y esta primera novela suya, Entre tonos de gris, fue un inmejorable debut literario.
Otro libro de la autora que han tenido muy buena acogida es El color de los sueños (2013).
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