Editorial Ediciones Invisibles (El jardín invisible). Publicado en 2011. 64 páginas. A partir de los 5 años de edad.
«Hace mucho tiempo; en realidad, fue un martes», un oso fue a su cueva para pasar el invierno durmiendo, como hacen los osos. Cuando se despertó, a principios de primavera, se encontró que los árboles habían desaparecido, la hierba había desaparecido, las flores habían desaparecido… y en su lugar había edificios, coches y vallas. Y su cueva estaba justo en medio de una fábrica. En aquel momento apareció el capataz y dijo: «Eh, tú, a trabajar». «Pero es que yo no trabajo aquí ?dijo el oso?. Yo soy un oso.» Y el hombre se rio a carcajadas: «¡Vaya excusa para no trabajar! Tú lo que eres un merluzo que no se ha afeitado y que lleva un abrigo de pieles». Por suerte, el oso era muy cabezota… y, sobre todo, ¡no era un merluzo!
Una
hermosa fábula considerada un clásico que entre el humor y la fuerza de las
imágenes nos traslada al desconcierto de un oso y su férrea reivindicación para
recuperar una identidad que le han arrebatado y, de este modo, evitar la
explotación y el abuso al que quieren someterlo los humanos.
El
invierno ha terminado y un oso que con la llegada de la primavera se dispone a
dejar la hibernación para retomar su vida normal, pero no se lo ponen fácil. El
bosque donde se encuentra cueva donde ha pasado los meses más fríos ahora ha
desaparecido y en su lugar hay una fábrica donde un capataz con pocos
escrúpulos insiste en que no pierda más tiempo y empiece a trabajar.
– Yo no trabajo aquí. Soy un oso.El capataz casi se muere de risa:– ¡Bonita excusa para no trabajar! Decir que eres un oso.– Pero es que soy un oso -dijo el oso.
De poco
lo sirve tratar de convencer al capataz de su verdadera naturaleza, porque se
trata de una persona que no atiende a razones y está acostumbrada a que se haga
su voluntad. El oso no es el único en sufrir la autoridad sin réplica de este
capataz porque también los trabajadores están angustiados por su actitud.
Tú no eres un oso.
No eres más que un patán que necesita un buen afeitado y lleva puesto un abrigo de pieles.
Parece
imposible convencer a una persona tan soberbia de lo contrario y el pobre oso
se pone a trabajar en la fábrica codo con codo con el resto de trabajadores
humanos y… también otros osos.
Esta
historia tan entrañable también cuenta con ciertos visos de tristeza por la
injusticia y desigualdad que retrata. Dirigido a los jóvenes lectores, tiene
diferentes lecturas que invitan a la reflexión por la crítica social y el trato
que reciben los animales por parte de los humanos.
Frank
Tashlin es el autor del texto y también de las ilustraciones, se trata de un
caricaturista con mucha experiencia en la realización de cortometrajes de
animación para Hollywood.
Una
invitación a repensar ciertas conductas que se abordan desde el humor y con
unas ilustraciones llenas de fuerza y expresividad -donde destaca el oso
gracias a su color oscuro- desde una aparente sencillez que comparte con la
historia. Es un clásico escrito en 1946 que no ha perdido vigencia.
Publicado en Culturamas