Editorial Planeta, Cross Books. Año 2022. 491 páginas. De 16 años en adelante.
Cedido por Casa del Libro
La Casa en el Mar más Azul es un libro de ficción en el que se cruzan dos mundos: nuestra sociedad de hombres y el mundo de los seres mágicos también racionales. Se hace mucho hincapié en las tensiones existentes entre esos dos mundos que coexisten pero que de alguna manera no se mezclan, hay desconfianza.
El autor del libro se autoproclama Queer y lo deja bien claro en la entradilla del libro, en los agradecimientos y pretende que esté también presente en algunos de los personajes principales de tal manera que lleguen a poder ser como auténticos referentes de esta opción Queer.
He de reconocer que no me ha gustado tanta insistencia en este hecho. Me ha parecido que se estaba utilizando como un reclamo de merchandising. Tendría más sentido si el propósito de la novela fuera el hacer toda una analogía sobre las tensiones que se puedan dar en nuestra sociedad entre las opciones queer (o lgtbiq+ en general) y los estándares más tradicionales.
Yo, la verdad, la he leído más como una novela sin vocación reivindicativa, simplemente como una novela de ficción. Y me ha gustado. Es verdad que los personajes a veces están excesivamente caricaturizados. Se podría decir que son personajes más propios de un cuento: malos muy malos y buenos muy buenos.
El personaje principal es Linus Baker, un funcionario cabal que trabaja como inspector en el DEJOMA (Departamento de jóvenes mágicos). Su tarea fundamental es ir visitando los distintos orfanatos que tiene el departamento para ayudar a los niños mágicos a no ser un peligro para la sociedad ni para ellos mismos aprendiendo a controlar sus habilidades peculiares.
Un día Linus recibe un encargo desde la Altísima Dirección de ir a inspeccionar uno de esos orfanatos catalogado de alta seguridad. Allí conviven seis huérfanos peligrosos y son dirigidos por un peculiar tutor del que la Altísima Dirección tiene sus sospechas de no ser trigo limpio.
Linus tiene un mes para inspeccionar el orfanato. Siendo un profesional para el que todo debe estar regido por la normativa vigente -sin excepción- y consciente de que su actitud debe ser distante de aquellos niños para poder ser objetivo, poco a poco irá entrando en crisis. Esas actitudes que siempre había considerado las propias de un buen profesional las irá considerando poco a poco como auténticas barreras de cara a poder ver lo que realmente sucede en los corazones de la gente. Y esa deberá ser su actitud también como profesional: ver personas y no dejarse engañar con estereotipos.
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