jueves, 11 de febrero de 2021

Los vecinos mueren en las novelas (Sergio Aguirre)

Editorial Norma (Zona Libre). Publicado en 2003. 136 páginas. A partir de los 14 años de edad.


En ese momento la mujer vio cómo la luz
comenzaba a subir nuevamente. Trataría de guardar
alguna calma, pero tenía que salir de allí de inmediato.
John Bland acaba de mudarse a un pueblo de Inglaterra desde Irlanda y se dispone a presentarse a sus vecinos como hace siempre que llega por primera vez a un sitio. Así lo educó su familia y la señora Emma Greenwold, su única vecina, es de su mismo parecer. El encuentro resulta muy fructífero para ambos, ya que si uno es escritor de novelas de suspenso la otra es una gran lectora de este género.
Entre John y la anciana señora Greenwold surge una química tan especial  que la anciana decide contarle un hecho escalofriante que vivió a bordo de un tren donde conoció a una joven que huía de un asesino. Al principio, John no se muestra demasiado interesado en la historia y decide  enriquecerla con un perfil más elaborado de los personajes y otros elementos inquietantes. La señora Greenwold interviene de nuevo para poner el broche final con un desenlace totalmente inesperado que pone los pelos de punta.
Tal vez la clave de la historia sea que uno de los dos, John o Emma, es un impostor, pero resulta muy complicado no saber de quién se trata. Pero lo más importante es la certeza de no estar en la piel de ninguno de ellos y sentirnos a salvo tras las páginas, las palabras, al otro lado de una ficción que está a punto de hacerse realidad.
La historia a cuatro manos está completada, pero se puede afirmar que ya no pertenece a ninguno de los dos o, mejor dicho, a ambos. John y Emma son los personajes principales de una versión de la primera historia que tiene consecuencias fatales. El lector se siente arrastrado a un relato que no puede dejar de leer y donde la ambientación es totalmente opresiva. Una tormenta en plena noche, dos vecinos que se acaban de conocer y una historia dentro de otra que se va sucediendo por capes que no tienen fin. atrapado junto los dos personajes en una atmósfera asfixiante.
Como en la famosa novela de Italo Calvino Si una noche de invierno un viajero, nos encontramos con una historia primera que da lugar a otras de la forma más insospechada posible y sin posibilidad de volver atrás para cambiar nada. Hay que asumir las consecuencias de nuestras elecciones y seguir hacia adelante. Las comparaciones con Stephen King también son inevitables, una lectora que se cree en el derecho de intervenir en el destino de los personajes y atraer al escritor por caminos que nunca se hubiera atrevido a transitar.
A través de capítulos breves y de frases simples, se desarrolla una historia dentro de otra y de otra más que nos lleva por caminos inquietantes donde los constantes giros llenos de ingenio logran difuminar el terror.
Publicada en CULTURAMAS

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