Editorial Anaya. Publicado en 2011. 400 páginas. A partir de los 14 años de edad.
Pronunciar su nombre resulta a la vez familiar y aterrador. Familiar, porque es mi hermana. Aterrador, porque sé que no puede ser ella realmente, no en carne y hueso. Su silueta está escasamente iluminada, pero me doy cuenta de que no es su cuerpo físico el que está aquí
El último libro que cierra esta trilogía gótica y fantástica de misterio tiene un inicio verdaderamente espeluznante. Lia ha conseguido encontrar las últimas páginas del Libro del Caos en la mansión familiar y sabe que la profecía tiene mucho de esperanza.
Las hermanas de Altus escondieron una piedra que es el objeto clave para evitar el mal tras completar el ritual de Avebury y cerrar la puerta. De este modo, Samael ya no podrá entrar y destruirlo todo. Alice no está dispuesta a impedirlo porque está corrompida totalmente hasta el punto de provocar la muerte de su hermano Henry que murió ahogado en su silla de ruedas sin ninguna posibilidad de salvarse.
La clave está en quien encuentre primero la cuarta llave, pero son muchos los esfuerzos en diferentes sentidos para encontrarla. Lia se siente acosada y traicionada por todas partes, pero no está dispuesta a parar y arriesgar su vida.
En este último libro hay muchas referencias a sucesos anteriores narrados en los dos primeros libros para situarnos. A pesar de la poca acción, los personajes se mueven continuamente y no solamente de forma física. Entre ellos surge la desconfianza porque el mal toma diferentes formas y llega a dominar a quien menos se lo espera. A diferencia del segundo libro, la ambientación oscura es más fuerte aquí y llega a transmitirnos el desasosiego de la protagonista.
No podemos avanzar el desenlace ni dar ningún detalle, pero al final seremos testigos de cómo las dos hermanas llegan a una especia de charla amistosa porque, independientemente de quien venza y de qué parte esté, su relación pasada y su origen en común son intocables.
Las hermanas de Altus escondieron una piedra que es el objeto clave para evitar el mal tras completar el ritual de Avebury y cerrar la puerta. De este modo, Samael ya no podrá entrar y destruirlo todo. Alice no está dispuesta a impedirlo porque está corrompida totalmente hasta el punto de provocar la muerte de su hermano Henry que murió ahogado en su silla de ruedas sin ninguna posibilidad de salvarse.
La clave está en quien encuentre primero la cuarta llave, pero son muchos los esfuerzos en diferentes sentidos para encontrarla. Lia se siente acosada y traicionada por todas partes, pero no está dispuesta a parar y arriesgar su vida.
En este último libro hay muchas referencias a sucesos anteriores narrados en los dos primeros libros para situarnos. A pesar de la poca acción, los personajes se mueven continuamente y no solamente de forma física. Entre ellos surge la desconfianza porque el mal toma diferentes formas y llega a dominar a quien menos se lo espera. A diferencia del segundo libro, la ambientación oscura es más fuerte aquí y llega a transmitirnos el desasosiego de la protagonista.
No podemos avanzar el desenlace ni dar ningún detalle, pero al final seremos testigos de cómo las dos hermanas llegan a una especia de charla amistosa porque, independientemente de quien venza y de qué parte esté, su relación pasada y su origen en común son intocables.
Se pueden leer las reseña de los dos primeros libros de la saga:
Michelle Zink es una escritora estadounidense que escribe libros de ficción para jóvenes adultos. Sus historias se caracterizan por la recreación de mitos y leyendas. Una de los trucos de escritura de la autora es leer y releer antiguas historias y luego preguntarse: ¿Y si...? hasta conseguir la historia que realmente quiere contar.
En este enlace se puede tener acceso a más información sobre la trilogía y también a la descarga de algunos de los símbolos citados en el libro.
En español solamente se ha traducido hasta el momento la trilogía La profecía de las hermanas y la novela Tentación de ángeles.
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