Editorial Ámbar . En castellano publicado en febrero de 2010. 224 páginas. A partir de los 16 años.
Poco podía imaginar Clay Jensen que aquella caja sin remitente repleta de cintas de cassette que un día encontró en su buzón de correo marcara un antes y un después en su vida. Totalmente obsesionado por conocer el desenlace de la historia que van desgranando las anticuadas cintas, Clay recorre toda la ciudad en un intento desesperado por comprenderlo todo. En estas cintas, Hanna, una compañera de clase que hace poco se ha suicidado, da cuenta de los motivos que la llevaron a quitarse la vida.
Pero Clay no es el único que debe escuchar las cintas y a todos a los que les llega tienen en común haber contribuido de algún modo a la muerte voluntaria de la joven. La consigna de la chica la anuncia en la primera cinta: "Es un juego muy sencillo: primero las escuchas, luego las pasas". Clay duda porque a penas habló con Hanna y teme ser el centro de una broma pesada o de un malentendido difícil de esclarecer.
El sufrimiento del joven es doble porque Hanna era un chica bellísima por la que se sentía muy atraído y le hubiese gustado conocer más a fondo.
Este libro trata el tema de la muerte juvenil de forma muy directa y desgarrada. Es cierto que le falta un poco de veracidad y las razones, algunas bastante duras, no parecen suficientes o no están tratadas con profundidad para tomar una decisión tan radical sin pedir ayuda de forma más vehemente. Tal vez porque el autor ha querido evitar la crudeza de un tema todavía tabú como la muerte en la literatura juvenil. Si bien es cierto que al no ir hasta el fondo el resultado todavía es más contraproducente. A pesar de todo, hay que tener en cuenta que todas las cosas que hacemos y decimos tienen consecuencias en el resto de las personas que nos rodean y a veces pueden provocar daños irreparables, como es el caso. También lo que no hacemos ni decimos puede dañar mucho más y es que el pecado por omisión está tipificado como uno de los más dolorosos porque no hablar a tiempo lastima tanto como atacar. Porque como afirma Hanna en una de las cintas: Y vosotros, ¿os habéis dado cuenta de las cicatrices que habéis dejado tras vosotros? No, seguramente no. Porque la mayoría de ellas no pueden verse a simple vista.
Con un ritmo ágil y ameno, el libro se divide en diferentes capítulos donde se alterna la narración en primera persona de Hanna (en cursiva) con la de Clay. El tono y el estilo son muy diferentes. Si bien Hanna está profundamente triste y le da un enfoque amargo y derrotista, Clay conecta más con el lector y nos hace partícipes de su desconcierto y dolor. En los últimos capítulos la empatía por ambos se consigue sin esfuerzo.
Por trece razones es la primera novela del librero Jay Asher y llama la atención que decidió escribir esta novela tras la visita de un museo donde le impactó que en la audiovisita guiada se escuchase la voz de una persona que le describía lo que estaba viendo sin estar allí.
Una vídeo reseña por la Booktuber mexicana Fa.
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