Editorial Edebé (Tucán verde). Publicado en septiembre de 2020. 126 páginas. A partir de los 10 años de edad.
Me miraba incrédula, sin atreverse a tocarlo. Entonces se lo conté todo.
No omití detalles: las patatas fritas, la bolsa y el mordisco que le di a «aquello».
Isaac Peral es un gran aficionado a las patatas fritas y cada miembro de su familia tiene una afición tanto o más peculiar que la suya. Para empezar, su madre y su tía sueñan con salir por la televisión. Su abuela es una cocinera espectacular, sobre todo de buñuelos, y además de entrar en cocinas ajenas también le gustaría protagonizar anuncios publicitarios. Además, el padre es un inventor de artilugios sencillos pero bastante ingeniosos que dejan a muchos con la boca abierta, como por ejemplo un bolígrafo del que sale paté a chorro para untar en el pan. Gracias a estos inventos, Isaac es un gran conocido entre sus compañeros de colegio a los que vende o trueca por otros objetos todo lo que inventa su padre.
La historia está contada por el mismo Isaac con un estilo muy ágil y realista, puesto que parece como si un niño de su edad nos lo relatara. La narración destaca por los continuos saltos en el tiempo, los cambios de tema, la importancia que da a determinadas situaciones y cómo tergiversa otras que no le convienen, etc. Las situaciones que protagoniza el narrador y protagonista del libro son de lo más disparatadas y divertidas. Otras le ponen rojo de vergüenza, como el día que su madre logró salir por fin en la tele y enseñó una fotografía de la comunión de su hijo.
Sin embargo, la situación que da título al libro y que es la más divertida de todas es lo que le se encuentra Isaac dentro de un paquete de patatas fritas y que no podemos desvelar. Sin embargo, prometemos que es de los más interesante y que los comentarios de Ana, la mejor amiga de Isaac, se encargará de dar mucho más humor al tema porque a pesar de que Isaac está gordo y por eso muchos se meten con él es un chico privilegiado por tenerla como amiga. Otro dato a destacar de forma positiva son las magníficas ilustraciones de Noemí Villamuza que parecen pintadas con carboncillo en blanco y negro y con muchos detalles.
Publicado en CULTURAMAS
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