Editorial Salamandra,
Barcelona. 2014. 262 páginas. Traducción: Patricia Antón. A partir de los 12
años de edad.
Christopher Boone tiene quince años, vive en Swindon (Inglaterra) y le gustaría que la vida fuese tan exacta como las matemáticas, que tanto le gustan, así como también tener siempre a alguien que le de una respuesta para todo, como ocurre con Siobah, una de las educadoras del centro de educación especial al que asiste desde niño. La madre de Christopher ha muerto y él tiene el síndrome de Asperger, y eso se nota. Posee una memoria excelente, le resulta imposible decir mentiras y sus muestras de afecto se limitan a apretar la punta de los dedos contra las personas que quiere. Además, es un genio de las matemáticas, un maniático de los colores y cree firmemente que todo sigue una pauta.
Cuando Wellington, el caniche de su vecina, la señora Shears, aparece atravesado por una horca, Christopher decide investigar su muerte y empieza a escribir este libro para registrar todo lo que va descubriendo. A Christopher le gustan los animales, sobre todo los perros, y piensa que quien ha cometido esa barbaridad es un auténtico criminal que hay que descubrir cuanto antes. Por este motivo, a pesar de sus limitaciones, manías y temores decide investigar el asesinato con la ayuda del libro "El sabueso de los Baskerville", de Sir Arthur Conan Doyle, libro del cual es deudor en parte puesto que el título es un comentario que hace Sherlock Holmes en otro relato.
Poco a poco y al mismo tiempo que el protagonista y narrador de la historia, descubrimos una serie de verdades sobre su familia, sus vecinos y el autor del crimen que le provocarán una profunda crisis de la que se recuperará poco a poco.
Con un estilo muy personal y efectivo combinando drama y humor, esta historia nos acerca a las peculiaridades de esta enfermedad y las tremendas dificultades que supone para la familia y uno mismo afrontarlas.
Publicado en el año 2004, su autor imparte clases de escritura creativa y a destacar que después de licenciarse en Literatura Inglesa trabajó con personas con discapacidad física y mental. Esta experiencia le valió para documentarse para el libro con el que ganó el Premio Libro del Año Withbread (2003), el Premio al Mejor Primer Libro para Escritores de la Commonwealth (2004) y el Premio al Mejor Primer Libro para Jóvenes y Lectores (2005).
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