miércoles, 21 de octubre de 2015

Fiebre 1793 (Fever 1793, Laurie Halse Anderson)

Editorial: Diagonal (Grup 62), 2002, 315 páginas. Traducción de Irene Lucas Alemany.
A partir de los 12 años.

Mattie, su madre y su abuelo están al frente del Café Cook y los sueños de esta joven de catorce años de reformar el negocio familiar para que prospere van a tener que esperar. Nos encontramos en Filadelfia, exactamente en agosto de 1793, cuando la fiebre amarilla arrasa con gran parte de los habitantes de la ciudad más poblada de Norteamérica.

Las familias más pudientes huyen al campo creyéndose a salvo allí mientras los cadáveres de los más pobres llenan las calles y el pánico a contagiarse hace que nadie ayude a nadie y el caos esté a la orden del día. Poco a poco la comida empieza a escasear, se tapian las puertas y ventanas de las casas donde hay un enfermo con el resto de la familia dentro, los ladrones asaltan las casas y controles de seguridad impiden la salida de la ciudad a las personas que sospechan pueden extender el contagio. Aunque también hay personas que hacen lo imposible para ayudar a los demás, como Eliza que salva de la muerte a muchos niños con la ayuda de su hermano y de la propia Mattie.
Todos están convencidos que la llegada del invierno acabará con la fiebre pero mientras tanto tienen que sobrevivir de algún modo. Mattie se verá obligada a hacer frente sola a una serie de adversidades que la harán madurar de golpe, aunque al final veremos que su historia tiene un final feliz y sus sueños se cumplen.

Una historia ficticia basada en hechos históricos reales en los que la autora se inspiró tras leer un artículo en un periódico y son una muestra de que la fuerza de voluntad puede con todo.

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